Nuestro manifiesto.
Nosotros, la humanidad, fabricamos cosas. Lo hacemos todos los días, en todas partes del planeta, y lo hacemos por una razón: porque lo necesitamos. Tan así, que seguiremos haciéndolo incluso a riesgo de quebrar el delicado equilibrio de nuestra biósfera.
En los últimos 1200 años, hemos perdido la mitad de la biomasa del mundo. Por otra parte, la cantidad de objetos y materiales creados por el ser humano se incrementó exponencialmente a lo largo del último siglo. Desde el año 2020, se calcula que existe en el planeta la misma cantidad de materia generada por la humanidad que la de todos los seres vivos juntos. Solo ese dato basta para tomar otra perspectiva respecto a nuestra relación con la naturaleza.
Hasta ahora, no parece que hayamos encontrado una manera de abastecer la demanda de bienes de toda la economía mundial sin exceder los límites planetarios —fronteras termodinámicas duras, el lado no negociable de la Tierra—. Necesitamos nuevas formas de producir, formas sustentables. Y aquí es donde entra Stämm.
Se ha estimado que el 60% de esa demanda podría satisfacerse con bioprocesos. Es decir, con productos generados a partir de células animales, vegetales, microbianas o fúngicas. Dicho de otro modo, podríamos literalmente cultivar más de la mitad de las cosas que necesitamos: anticuerpos para tratar enfermedades, carnes para alimentarnos y ropa para abrigarnos.
Los bioprocesos han probado ser la forma más eficiente de obtener materiales de manera sustentable, y sin embargo, aún es necesaria una transformación profunda, casi una revolución, para que esos bioprocesos sean fáciles.
¿Por qué tienen que ser fáciles? Porque fáciles significa escalables, procesos eficientes que puedan generar enormes cantidades de productos a partir de pocos materiales, lo que abre la puerta a la comercialización en mercados de alta demanda.
Porque fáciles significa repetibles, es decir, automatizados, para que la interacción entre el mundo biológico y el digital sea tan precisa que los bioprocesos puedan ser diseñados y ejecutados a partir de modelos computacionales.
Y sobre todo, porque fáciles significa que no tengan lugar exclusivamente en instalaciones grandes, complejas, caras y operadas por muchas personas, sino que puedan ser accesibles para que ocurran en todos lados y con costos muy reducidos, al alcance incluso de pequeñas empresas locales.
Esto es lo que estamos haciendo en Stämm.
Ese es el paradigma que estamos cambiando.